Edgar R. Espinoza S
Cuando hablamos de milagros
es casi imposible que podamos evitar relacionarlo con la intervención divina en
nuestras vidas. Aún para los más escépticos cuando se topan con acontecimientos
que la ciencia y los científicos no pueden explicar ni demostrar, se les escapa
una ligera mirada hacia el cielo.
La existencia de los
milagros no puede ni se podrá comprobar a través de lo científico, sólo
obtendrán hipótesis y nada más. Sería como tratar de explicarle a un invidente
de nacimiento, como es el color rojo. Tampoco se podrán predecir, pues estos
suelen ser tan misteriosos como la vida misma. Ya bien lo dice su nombre,
Milagro, “un logro en mil”.
Muchas personas los asocian
con la sanación, como por ejemplo, la curación milagrosa del cáncer, entre
otras. Los religiosos los destacan como intervención directa de Dios y algunos
simplemente los señalan como lo inexplicable, pero todos coinciden en que los
grandes eventos en la historia del hombre, están marcados por los milagros.
Los milagros existen no
sólo porque lo vemos en su manifestación física, si no porque su raíz de ser
está basada en el amor y la compasión, combinación que junto a la fe es muy
importante cuando por alguna razón vemos nuestra existencia amenazada ya sea
por una enfermedad “incurable”, un peligro inminente o alguna situación de muy
difícil desenlace, seamos creyentes o no.
Si sabemos que existe el
amor, la compasión y la fe, sabremos que los milagros también existen, aunque
como las otras virtudes humanas tampoco pueda ser demostrado.
Los milagros no sólo
estarán para intervenir en nuestras existencias, también producirá en el ser
humano un cambio permanente en sus conceptos, creencias y por supuesto la
manera de ver la vida, entonces he aquí otro milagro.
espinoedgar@gmail.com
Muy interesante y enriquecedor. Gracias Edgar, una vez mas, por ayudarnos a entender nuestra maravillosa existencia. Gracias por existir!
ResponderEliminarMuchas gracias maestro.❤️
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