domingo, 28 de septiembre de 2014

EL PASO DE MIKHAEL



























Edgar R. Espinoza S.

Muchas son las historias contadas sobre las heroicas proezas del Arcángel Miguel o Mikhael. La biblia misma contiene varias menciones sobre misiones otorgadas a este poderoso ser, por el Padre Celestial.

Una de las más narradas es aquella en que Dios le asigna desterrar y arrojar al pozo del infierno al líder de una emblemática rebelión de ángeles. Desde entonces es considerado como “El capitán de los ejércitos de Dios”, quién protegerá al hombre hasta que el último de ellos se haya iluminado.

En mi infancia, era mi abuela paterna quién algunas noches, sobre todo aquellas en que temía dormir en la oscuridad, como fiel apasionada de este luminoso ser, me contaba las más variadas e interesantes historias de este combatiente, haciendo que mi temor desapareciera quedándome dormido en la seguridad de que estaba protegido. De hecho, en esos raros casos en que sucedían movimientos sísmicos, me decía: “No temas, ese es el Arcángel Miguel moviendo sus alas”.

En todos estos años de estudios, orientación y experiencias místicas, de lo poco que he podido aprender sobre la vivencia humana, les relataré una versión de cómo este ángel llegó a formar parte de la gran Corte Celeste:

Cuando Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, coloca dentro de cada ser una pequeña parte de su divina esencia, cargada con todo el amor, poder y conocimiento inimaginable, dándole el privilegio de contener la fuerza celestial que también habita en los seres de luz. Luego sentencia que cuando el ser humano se ilumine y descubra la fuente que todo lo une, sea reverenciado por toda la Corte.

Aquí nace la eterna historia de la división angelical, donde el líder Luzbel, quién para el momento es un alto Poder de la Corte, considerado por muchos como “la mano derecha de Dios”, se rebela ante tal degradante orden.

Dios busca entre sus ejércitos de ángeles y elige a uno de ellos de rango vibratorio muy elemental, le ordena que vaya y expulse al rebelde.

Cuando el ángel se presenta ante Luzbel, este intenta amilanarle diciéndole: “¿Quién te crees tú y con qué autoridad pretendes detenerme? El ángel, solo aferrado a su fe y mandato da un paso al frente para asirle y en ese momento se produce un gran estruendo cargado de una intensa luz que impacta a Luzbel arrojándolo al suelo, ennegrecido por la quemadura. Al mismo tiempo al ángel le aparece en su mano una espada de luz azulada, en sus hombros su nuevo rango plagado de estrellas que brillan más que el Sol y en su cabeza una pequeña corona de hermosas diademas.

Este, ahora Arcángel, poniendo su espada en la garganta, el pie en el pecho del caído y su dedo señalando al cielo, le dice: “No soy quién tú crees, pero ¿Quién como Dios? De aquí su nuevo nombre, Mikhael, que significa ¿Quién como Dios?

Toda esta narrativa simbólica es para transmitir e inspirar a los que en algún momento de la vida nos desorientamos y recordar que esta fuerza poderosa habita dentro de nosotros los humanos. Se manifestará cuando nuestra fe sea inquebrantable, escuchemos en obediencia esa voz interior tenuemente sabia y tengamos el valor de dar el paso para intentar asir lo que nos tribula.
¡Solo eso Dios nos pide!


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