Edgar R. Espinoza S.
Realmente esta pregunta no es importante. Se han hecho
infinidad de debates entre religiosos, científicos y ateos, donde cada quién
defiende con fiereza lo que cree ser la verdad. Grandes matanzas y algunas
guerras se han producido por estas diatribas durante siglos.
Sabemos desde que
existimos, de nuestra capacidad intelectual que nos permite crear evolución. Si
somos hijos de la controversial teoría del big-bang, pues por sincronismo,
llevamos ese potencial dentro de nosotros, al igual que nuestra herencia
genética científicamente demostrada. Capaces de generar fuerzas que nos
permiten crear o desarrollar en materia, forma y sustancia, lo que primero
nació como una idea, pero que también producimos las que son causantes de catástrofes
y tragedias.
Al no poder recordar con
facilidad quienes somos, cómo o por qué fuimos creados o no, desarrollamos por temor una especie de pseudo
identidad llamada ego, quién nos pedirá un sentido de pertenencia, reunión con
grupos afines, poder y control, entre otros, haciendo que sigamos separándonos
de la fuente original que habita en todos nosotros, perdiéndonos en el
conflicto.
De no existir Dios,
igualmente seríamos responsables de nuestros actos y decisiones, pues es
innegable, que lo que una persona haga o deje de hacer, influirá en nuestro
entorno, como el famoso “efecto mariposa”, y que determinará el éxito o el
fracaso de lo que nos hayamos propuesto en esta existencia.
Sin embargo, no existe un
solo ser humano que no contemple en su interior lo sagrado, pues basta que
sienta amor por algo o alguien y eso se convertirá en lo supremo e inmaculado
para él. Es imposible que haya existencia sin la presencia del amor. Será lo
que nos conlleve a la fe, que es la fuerza que mueve esa energía de creación
que llevamos dentro.
Como ejemplo, los
científicos por amor a la ciencia, ponen su fe en las teorías que desarrollan.
Igual pasa con los creyentes en un ser supremo, creador del todo y la nada.
Cualquiera sea el criterio, todos de alguna manera activamos la fuerza
interior.
Lo verdaderamente
trascendental es que crezcamos en sabiduría, conocimiento y compasión.
Desarrollar el planeta hacia un mejor y limpio hábitat. Que seamos personas que
ayudan a otros, buenos padres, buenos hijos, en fin, buenos seres humanos.
Entonces estaremos evolucionando en el amor y de ser así, si Dios no existe, no
le importaría.
espinoedgar@gmail.com