Edgar R.
Espinoza S.
La preocupación por la
estética y salud se hacen punzantes en nuestro interior, poniendo en nuestros
pensamientos la pronta búsqueda sobre las variadas dietas o sobre las mágicas
pastillas que ayudan a quemar la grasa, o de un propósito casi visceral de
comenzar a trotar, caminar e inclusive retomar ciertos ejercicios aprendidos en
la educación primaria. El resultado es que muchas veces no llegamos al final
del mes cuando ya hemos desistido no solo obteniendo frustrantes resultados si
no el consecuente incremento de nuestra baja autoestima.
El problema radica en
que si bien podemos sentir las ganas de hacer dieta y ejercicios, debemos
primero preparar nuestra mente. Esta funciona para el ser humano como entidad
protectora y de supervivencia. Si sometemos al cuerpo a una dieta estricta
donde los diferentes valores nutricionales bruscamente son cambiados, la mente
creerá que se encuentra en una situación de supervivencia y comenzará a
producir respuestas en nuestro organismo tales como sensación de
insaciabilidad, irritabilidad, poniendo nuestro metabolismo en deprimida
operatividad. Lo mismo pasa con los ejercicios cuando son ejecutados sin el
debido conocimiento o por la prisa de bajar de peso hacemos algún movimiento
que lesiona nuestro músculos y articulaciones con la consecuencia de un
inminente abandono de las actividades.
La
alimentación.
En el universo todo es
mente. La creación es la máxima expresión de esto, por lo tanto al ser hechos a
imagen y semejanza, nos convertimos en cocreadores de este pequeño universo,
que comienza con nuestro cuerpo. Así pues, en la mente se encuentra la
capacidad de nutrirnos, desnutrirnos, engordar o bajar de peso. La mente no es
independiente del cuerpo humano y como buen celador de la salubridad de este,
necesita de la información. Esta no solo es capaz de tomar “conciencia” de la
información y de la energía, si no que también actúa para que mente y cuerpo
estén en sincronía. Por eso es que no solo hay que cuidar lo que se come, si no
lo que se piensa también.
La ansiedad es el peor
enemigo. Es la sensación falsa de necesitar algo. Para evitar esto, debemos
siempre antes de comer, aquietar nuestra mente y velar para que nuestro acto de
alimentación sea un rito agradable y parsimónico.
La naturaleza razona al
igual que nosotros, por lo tanto los alimentos son inteligentes. Cuando los
tomamos, estos establecen una comunicación con nuestro cuerpo inteligente y es
cuando se produce la nutrición. Es aquí donde nuestro cuerpo, guiado por la
mente, decide que es lo que va a tomar de esos nutrientes para procesarlos y
que es lo que va a desechar.
Lo ideal entonces es
que nuestros alimentos al momento de digerirlos, se encuentren lo más cercano
posible a su naturaleza o mejor dicho, lo más alejado posible del proceso
químico- industrial, ya que este sistema elimina casi por completo el aspecto
inteligente de la comida. Lo importante para estar en forma es observar siempre
el comportamiento de la mente, cuidando la cantidad e inteligencia de los
alimentos.
El
ejercicio.
El organismo sufre
muchos desequilibrios debido al trato que recibe. Es un cúmulo de toxinas y
energías negativas que con el tiempo se transforman en enfermedades y
sufrimientos. El ejercicio físico ayuda a eliminar estos factores, pidiendo a
la mente que no solo se relaje si no que haga al cuerpo más flexible, menos pesado, en un estado de
pacífica alerta en apertura a todos los estímulos.
Para que la actividad
física sea disciplinada, constante y duradera, debemos seleccionar aquella que
verdaderamente nos guste o nos llame la atención. No necesariamente tiene que
ser esa donde sudar a mares o agitarse sea la condición inexorable para estar
en forma. Existen ejercicios que se practican desde tiempos inmemoriales que
aportan resultados excelentes en la mente y el cuerpo y que son característicos
por su suavidad y flexibilidad, como el Tai Chi, Yoga, o simplemente caminar.
La mente es muy
caprichosa, por eso hay que estimularla siempre evitando que la monotonía de
cualquier actividad nos haga desistir. Es importante que cuando vayamos a
ejercitarnos lo hagamos pensando en disfrutar ese momento, si es necesario
cambiar con frecuencia los escenarios o hacernos acompañar de amigos que
quieran compartir con nosotros esta actividad.
Consejos
para estimularte:
-
Comienza por seleccionar los alimentos
inteligentes que son los que verdaderamente te van a nutrir y a ayudar a bajar
de peso.
-
Dedícale tiempo y calidad al acto de
alimentarte, esto disminuye la ansiedad y sabrás así cuando estás satisfecho.
-
Pon en tu mente la afirmación constante
de practicar ejercicios.
-
Elije el ejercicio que verdaderamente te
agrade, comienza suave y lento; con el tiempo irás incrementando la intensidad.
-
Siempre es bueno ejercitarse con alguien
de tu agrado, ya sea un familiar o amigo, pues el interactuar le da cordialidad
a la práctica.
-
Ejercitarse por lo menos dos veces a la
semana es un comienzo aceptable.
Caminar
es el gimnasio más económico y efectivo:
Caminar, es el más
antiguo de los ejercicios que tienen enormes beneficios para la salud. Además
de ser una de las pocas actividades físicas que no necesita de ningún
implemento o ropaje especial, se ejerce al aire libre sin costo monetario por
la infraestructura.
Dar una caminata de
media hora por el parque, la montaña, el campo, rodeados por la naturaleza,
reduce el estrés. Al hacerlo y sentir el aire libre, ver los árboles y jardines
fortalece nuestra mente y estimula nuestros sentidos.
Rodearse de naturaleza
hace que olvides la prisa, la presión y el aire ventilado reduce sobremanera el
riesgo de contraer enfermedades.
Planifica tu rutina y
tu ruta, asegurándote de apartar el tiempo necesario. Elije una indumentaria
holgada, de acuerdo al clima, y zapatos adecuados para este fin.
Aprovecha el caminar
para respirar, levantar los brazos regularmente, meditar o simplemente mejorar
tu comunicación con Dios. Siéntete parte del ambiente. Comienza gradualmente,
camina unos treinta minutos dos o tres veces por semana. Aumenta la distancia
un poco cada semana al igual que la velocidad.
Las caminatas reducen
la sobrealimentación al disminuir los estados de ansiedad, aumentan la
autoestima dando una sensación de bienestar, y esto induce a tener una
motivación para mantenerte en tu peso y alimentarte sanamente.
espinoedgar@gmail.com