sábado, 21 de julio de 2012

ESTAR EN FORMA COMIENZA CON LA MENTE


Edgar R. Espinoza S.

La preocupación por la estética y salud se hacen punzantes en nuestro interior, poniendo en nuestros pensamientos la pronta búsqueda sobre las variadas dietas o sobre las mágicas pastillas que ayudan a quemar la grasa, o de un propósito casi visceral de comenzar a trotar, caminar e inclusive retomar ciertos ejercicios aprendidos en la educación primaria. El resultado es que muchas veces no llegamos al final del mes cuando ya hemos desistido no solo obteniendo frustrantes resultados si no el consecuente incremento de nuestra baja autoestima.
El problema radica en que si bien podemos sentir las ganas de hacer dieta y ejercicios, debemos primero preparar nuestra mente. Esta funciona para el ser humano como entidad protectora y de supervivencia. Si sometemos al cuerpo a una dieta estricta donde los diferentes valores nutricionales bruscamente son cambiados, la mente creerá que se encuentra en una situación de supervivencia y comenzará a producir respuestas en nuestro organismo tales como sensación de insaciabilidad, irritabilidad, poniendo nuestro metabolismo en deprimida operatividad. Lo mismo pasa con los ejercicios cuando son ejecutados sin el debido conocimiento o por la prisa de bajar de peso hacemos algún movimiento que lesiona nuestro músculos y articulaciones con la consecuencia de un inminente abandono de las actividades.
La alimentación.
En el universo todo es mente. La creación es la máxima expresión de esto, por lo tanto al ser hechos a imagen y semejanza, nos convertimos en cocreadores de este pequeño universo, que comienza con nuestro cuerpo. Así pues, en la mente se encuentra la capacidad de nutrirnos, desnutrirnos, engordar o bajar de peso. La mente no es independiente del cuerpo humano y como buen celador de la salubridad de este, necesita de la información. Esta no solo es capaz de tomar “conciencia” de la información y de la energía, si no que también actúa para que mente y cuerpo estén en sincronía. Por eso es que no solo hay que cuidar lo que se come, si no lo que se piensa también.
La ansiedad es el peor enemigo. Es la sensación falsa de necesitar algo. Para evitar esto, debemos siempre antes de comer, aquietar nuestra mente y velar para que nuestro acto de alimentación sea un rito agradable y parsimónico.
La naturaleza razona al igual que nosotros, por lo tanto los alimentos son inteligentes. Cuando los tomamos, estos establecen una comunicación con nuestro cuerpo inteligente y es cuando se produce la nutrición. Es aquí donde nuestro cuerpo, guiado por la mente, decide que es lo que va a tomar de esos nutrientes para procesarlos y que es lo que va a desechar.
Lo ideal entonces es que nuestros alimentos al momento de digerirlos, se encuentren lo más cercano posible a su naturaleza o mejor dicho, lo más alejado posible del proceso químico- industrial, ya que este sistema elimina casi por completo el aspecto inteligente de la comida. Lo importante para estar en forma es observar siempre el comportamiento de la mente, cuidando la cantidad e inteligencia de los alimentos.
El ejercicio.
El organismo sufre muchos desequilibrios debido al trato que recibe. Es un cúmulo de toxinas y energías negativas que con el tiempo se transforman en enfermedades y sufrimientos. El ejercicio físico ayuda a eliminar estos factores, pidiendo a la mente que no solo se relaje si no que haga al cuerpo  más flexible, menos pesado, en un estado de pacífica alerta en apertura a todos los estímulos.
Para que la actividad física sea disciplinada, constante y duradera, debemos seleccionar aquella que verdaderamente nos guste o nos llame la atención. No necesariamente tiene que ser esa donde sudar a mares o agitarse sea la condición inexorable para estar en forma. Existen ejercicios que se practican desde tiempos inmemoriales que aportan resultados excelentes en la mente y el cuerpo y que son característicos por su suavidad y flexibilidad, como el Tai Chi, Yoga, o simplemente caminar.
La mente es muy caprichosa, por eso hay que estimularla siempre evitando que la monotonía de cualquier actividad nos haga desistir. Es importante que cuando vayamos a ejercitarnos lo hagamos pensando en disfrutar ese momento, si es necesario cambiar con frecuencia los escenarios o hacernos acompañar de amigos que quieran compartir con nosotros esta actividad.
Consejos para estimularte:
-          Comienza por seleccionar los alimentos inteligentes que son los que verdaderamente te van a nutrir y a ayudar a bajar de peso.
-          Dedícale tiempo y calidad al acto de alimentarte, esto disminuye la ansiedad y sabrás así cuando estás satisfecho.
-          Pon en tu mente la afirmación constante de practicar ejercicios.
-          Elije el ejercicio que verdaderamente te agrade, comienza suave y lento; con el tiempo irás incrementando la intensidad.
-          Siempre es bueno ejercitarse con alguien de tu agrado, ya sea un familiar o amigo, pues el interactuar le da cordialidad a la práctica.
-          Ejercitarse por lo menos dos veces a la semana es un comienzo aceptable.

Caminar es el gimnasio más económico y efectivo:
Caminar, es el más antiguo de los ejercicios que tienen enormes beneficios para la salud. Además de ser una de las pocas actividades físicas que no necesita de ningún implemento o ropaje especial, se ejerce al aire libre sin costo monetario por la infraestructura.
Dar una caminata de media hora por el parque, la montaña, el campo, rodeados por la naturaleza, reduce el estrés. Al hacerlo y sentir el aire libre, ver los árboles y jardines fortalece nuestra mente y estimula nuestros sentidos.
Rodearse de naturaleza hace que olvides la prisa, la presión y el aire ventilado reduce sobremanera el riesgo de contraer enfermedades.
Planifica tu rutina y tu ruta, asegurándote de apartar el tiempo necesario. Elije una indumentaria holgada, de acuerdo al clima, y zapatos adecuados para este fin.
Aprovecha el caminar para respirar, levantar los brazos regularmente, meditar o simplemente mejorar tu comunicación con Dios. Siéntete parte del ambiente. Comienza gradualmente, camina unos treinta minutos dos o tres veces por semana. Aumenta la distancia un poco cada semana al igual que la velocidad.
Las caminatas reducen la sobrealimentación al disminuir los estados de ansiedad, aumentan la autoestima dando una sensación de bienestar, y esto induce a tener una motivación para mantenerte en tu peso y alimentarte sanamente.

espinoedgar@gmail.com

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