Edgar R. Espinoza S.
La Luna ha sido considerada
como un cuerpo celeste con poder y misterio. Nuestros antepasados vivían cerca
de la naturaleza y observaban que los ciclos de la vida estaban en armonía con
las fases cambiantes de la Luna.
Hemos aprendido que la Luna
ejerce una permanente influencia sobre nuestras emociones, salud, seguridad e
inclusive la cordura. La relacionamos con la violencia y la fertilidad
convirtiéndose también en testigo de asesinatos y amantes.
Muchas observaciones de las
personas que laboran en las salas de emergencias y psiquiátricas, indican a la
Luna como un factor importante en los incidentes relacionados a estas áreas, sobre
todo cuando está en su fase plena. No es casual que a las personas orates se les
catalogue de “lunáticos”.
Se dice que el hombre
antiguo era vegetariano y que las grandes heladas mermaron su alimento. Fue la
Luna la que despertó su lado carnívoro, que junto a la sed y el hambre
convirtió al hombre en cazador. Se hizo igual que las manadas de lobos,
haciendo que poco a poco se fuesen acercando hasta domesticarse y reverenciando
ambos a la Luna. De aquí nacen también las famosas leyendas de los licántropos
u hombres lobos que se transforman en cada ciclo de Luna llena.
El efecto de la Luna es
mucho más amplio. Esta ha sido compañera inseparable de cazadores y pescadores.
También los agricultores aprovechan su influjo cíclico para determinar cuándo
sembrar, podar o trasplantar.
Los compositores y poetas
no dejan escapar esta bella luminaria en sus versos, pues es la que ha
inspirado sus musas.
Quién se haya enamorado no
puede evitar levantar la mirada y suspirar con nostalgia a su gran amor, pues
la Luna es el gran espejo donde se reflejan aquellos que de verdad se aman.
Su influjo es tan grande
que hasta los místicos cristianos y católicos la han colocado a los pies de la
santísima Virgen María.
Nadie en este mundo puede
evitar mirar a la Luna y no sentir o expresar algo agradable ante su presencia.
Nos observa desde que tenemos conciencia y su halo nos seduce cómplices de que
hay algo más allá de lo eterno que se disfraza de nostalgia y otras veces de
soledad.
La astrología lleva muchos
siglos estudiando estos influjos de la Luna a través de los signos zodiacales.
Un pequeño resumen nos explica:
Luna
en Aries: Ambiente de impulsividad. Espontaneidad. Franca
expresión. Temperamento sensible.
Luna
en Tauro: Transacciones bancarias y financieras. Favorece los
proyectos largos. Lo gourmet sobresale. Pasión.
Luna
en Géminis: Comunicar lo que pensamos. Curiosidad. Seducción
y besos al oído. Estar aquí y allá.
Luna
en Cáncer: Ambiente hogareño. Estrechar lazos
familiares. Sensibilidad. Favorece el matrimonio. Comer mucho.
Luna
en Leo: Éxito en las relaciones. Sentimientos más seguros.
Confianza. Jovialidad. Buen humor.
Luna
en Virgo: Detallismo en el trabajo y las rutinas. Pulcritud.
Intuición y lógica. Crítica profunda. Moralismo.
Luna
en Libra: Expresión agradable. Diplomacia. Romanticismo.
Jovialidad. Inocencia.
Luna
en Escorpio: Compromiso. Resistencia. Prudencia y
desconfianza. Lealtad. Buscar en lo profundo. Pasión desmedida. Todo o nada.
Luna
en Sagitario: Disfrutar y excederse. Contacto con el
extranjero. Filosofía. Despotismo.
Luna
en Capricornio: Estructura. Responsabilidad. Cumplir con el
trabajo. Proyectos. Dedicación.
Luna
en Acuario: Tecnología. Ayuda de los amigos. Conocer que
piensan de ti. Liberación.
Luna
en Piscis: Entregados a un ideal. Certeza al evaluar
situaciones desconocidas. Emociones. Intuición. Nostalgia.
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